Xosé Antón González Riaño ha sido reelegido como presidente de la Academia de la Llingua, un cargo que asumió por primera vez en 2017 con la intención de limitar su mandato a dos periodos. Sin embargo, la presión de académicos y partidos políticos lo ha llevado a aceptar un tercer mandato, en un contexto donde la lengua asturiana enfrenta desafíos significativos, especialmente en su búsqueda de la oficialidad.
Desde su llegada a la presidencia, Riaño ha sido testigo de intentos fallidos para lograr la oficialidad del asturiano y el eonaviego. En una reciente entrevista, reflexionó sobre las oportunidades perdidas, señalando que la gran ocasión para avanzar en este tema fue en 2022. Según él, los errores en la negociación por parte de los partidos que apoyaban la oficialidad fueron determinantes para que no se lograra este objetivo. A pesar de los fracasos, Riaño considera que el reciente debate en la Junta General, donde la mayoría parlamentaria se mostró a favor de la oficialidad, es un hito histórico.
Riaño sostiene que hay vida para la lengua asturiana más allá de la oficialidad. Argumenta que la política lingüística no debe depender únicamente de la voluntad de los partidos, sino que debe estar enmarcada dentro de un contexto legal que incluye la Constitución y el Estatuto de Autonomía. Este marco normativo, según él, exige que se realicen esfuerzos en pro de la política lingüística, lo que facilitará el camino hacia la oficialidad en el futuro.
Recientemente, Riaño se reunió con el presidente del Principado, Adrián Barbón, y la consejera de Cultura, Vanessa Gutiérrez, para discutir la situación actual de la lengua asturiana y los planes del gobierno. En esta reunión, la Academia planteó cinco cuestiones urgentes que necesitan atención: la presentación de un Plan de Normalización, la adaptación de la Ley de Uso, la promoción del asturiano en la radiotelevisión pública, la mejora de la enseñanza del asturiano y eonaviego, y el desarrollo de la inteligencia artificial en relación con estas lenguas. Riaño destacó la receptividad del presidente y la consejera durante el encuentro.
Sin embargo, la falta de apoyo del principal partido de la oposición, el PP, plantea un desafío. Riaño reconoce que el clima de polarización política en España no favorece el consenso en temas lingüísticos en Asturias. A pesar de esto, confía en que el presidente del PP asturiano, Álvaro Queipo, comprenda la importancia del hecho lingüístico y su relevancia para la gobernabilidad de Asturias.
Uno de los puntos más críticos que Riaño aborda es la percepción de que la oficialidad de la lengua asturiana no debería ser una prioridad frente a problemas más urgentes como la vivienda, la despoblación rural y la falta de oportunidades para los jóvenes. Riaño argumenta que la situación actual de Asturias, con problemas económicos y sociales, no se debe a la falta de oficialidad de sus lenguas. Asegura que si la oficialidad fuera realmente perjudicial, Asturias debería estar en una situación mucho mejor, lo que pone de manifiesto la confusión en la correlación de variables que se presenta en el debate público.
El presidente de la Academia de la Llingua también critica la percepción errónea sobre el presupuesto destinado a la política lingüística. Asegura que la cifra real es significativamente menor a la que algunos opositores sugieren, lo que refuerza su argumento de que la oficialidad no debería ser vista como un obstáculo para abordar otros problemas sociales.
En este contexto, Riaño se muestra optimista sobre el futuro de la lengua asturiana y la posibilidad de avanzar en su reconocimiento oficial. Su enfoque se centra en la necesidad de una política lingüística sólida y bien estructurada que no solo busque la oficialidad, sino que también promueva el uso y la enseñanza del asturiano y el eonaviego en todos los ámbitos de la vida pública y privada. La continuidad en la dirección de la Academia y el apoyo de las instituciones son, según él, fundamentales para lograr estos objetivos.