Un reciente ataque con explosivos en una base militar en Cali, Colombia, ha dejado un saldo trágico de al menos seis muertos y más de 76 heridos, lo que ha generado una ola de indignación y preocupación en el país. Este atentado, que se produjo el jueves, ha sido calificado por el presidente Gustavo Petro como una «reacción terrorista» ante las derrotas que el Ejército colombiano ha infligido a las disidencias de las FARC, específicamente al frente 36 del Estado Mayor Central.
La Alcaldía de Cali ha confirmado que entre los heridos se encuentran ocho menores y tres adultos mayores de 60 años, lo que resalta la gravedad del ataque, que no solo ha afectado a los militares, sino también a la población civil. Cuatro de los heridos se encuentran en estado crítico, lo que ha llevado a las autoridades a tomar medidas drásticas en la región. El alcalde de Cali, Alejandro Éder, ha ordenado la militarización de la localidad y ha ofrecido una recompensa de hasta 400 millones de pesos (más de 85.400 euros) por información que conduzca a la captura de los responsables del ataque.
Este atentado se produce en un contexto de creciente violencia en Colombia, donde el narcotráfico y el terrorismo han cobrado un papel protagónico en la agenda política y social. El presidente Petro, tras participar en un consejo de seguridad de urgencia, ha descartado la posibilidad de declarar el estado de conmoción en el país, argumentando que ya se cuentan con los instrumentos necesarios para enfrentar la situación. Sin embargo, su declaración ha dejado claro que la amenaza de los grupos armados sigue latente y que la lucha contra el narcotráfico es más compleja de lo que parece.
### Contexto del Ataque
El ataque con explosivos en la base militar de Cali no es un hecho aislado. En las horas previas, el frente 36 de las FARC había atacado un helicóptero de la policía en Antioquia, resultando en la muerte de al menos 12 policías. Este patrón de violencia sugiere una estrategia coordinada por parte de las disidencias de las FARC, que buscan demostrar su capacidad de ataque y resistencia frente a las acciones del gobierno.
El presidente Petro ha señalado que el ataque es una respuesta a las recientes victorias del Ejército colombiano, que ha logrado recuperar más de 250,000 municiones y desmantelar varias instalaciones de explosivos en la región del Cauca, un área conocida por su producción de coca. La situación en el Cauca es crítica, ya que se estima que entre el 60% y el 70% de la hoja de coca del país se cultiva en esta zona. La respuesta del gobierno ha sido intensificar la presencia militar en áreas estratégicas, como Suárez, Buenos Aires y Jamundí, donde la actividad del narcotráfico es más intensa.
Petro ha advertido que los grupos armados que operan en el país no deben ser considerados como disidencias políticas, sino como bandas del narcotráfico que actúan de manera coordinada a nivel internacional. Esta perspectiva cambia la narrativa sobre el conflicto armado en Colombia, que ha sido históricamente visto a través de una lente política. La realidad actual sugiere que el narcotráfico ha tomado el control, y que las facciones armadas están más interesadas en el control territorial y económico que en una ideología política.
### Reacciones y Consecuencias
La reacción del gobierno colombiano ha sido rápida, pero también ha suscitado críticas. Algunos sectores de la sociedad civil han cuestionado la eficacia de las estrategias de seguridad implementadas por el gobierno, argumentando que la militarización de las ciudades no es la solución a largo plazo. La violencia en Cali ha dejado una huella profunda en la comunidad, y muchos ciudadanos se sienten inseguros y vulnerables ante la posibilidad de nuevos ataques.
Las autoridades han enfatizado la importancia de la colaboración ciudadana en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. La recompensa ofrecida por información sobre los atacantes es un intento de involucrar a la población en la búsqueda de justicia. Sin embargo, la desconfianza hacia las instituciones y el miedo a represalias pueden dificultar esta colaboración.
El atentado en Cali es un recordatorio doloroso de la fragilidad de la paz en Colombia. A medida que el gobierno intenta desmantelar las estructuras del narcotráfico y el terrorismo, la población civil continúa siendo la más afectada. La situación exige una respuesta integral que no solo aborde la seguridad, sino que también promueva el desarrollo social y económico en las regiones más afectadas por la violencia. La lucha contra el narcotráfico y el terrorismo en Colombia es un desafío monumental que requerirá un enfoque multifacético y sostenido en el tiempo.