La historia de Málaga, cuna de Pablo Picasso, es un reflejo del dinamismo y la transformación que ha experimentado esta ciudad en las últimas décadas. Desde sus humildes orígenes hasta convertirse en un referente turístico y económico, Málaga ha sabido adaptarse y crecer en un entorno cambiante. Hoy, con una población que ha crecido de 125,000 a cerca de 600,000 habitantes, la ciudad se posiciona como uno de los principales destinos del sur de Europa, atrayendo tanto a turistas como a inversores.
### Crecimiento Económico y Turístico
El auge de Málaga no es casualidad. En 2024, el aeropuerto de la ciudad registró la impresionante cifra de 25 millones de pasajeros, colocándose justo detrás de los aeropuertos de Madrid, Barcelona y Palma. Este crecimiento en el tráfico aéreo es un indicador claro de la popularidad de la ciudad como destino turístico, así como de su atractivo para los negocios. La llegada de inversiones internacionales, especialmente en el sector tecnológico, ha sido un factor clave en este desarrollo. Málaga se ha convertido en un polo de innovación, donde las startups y las empresas tecnológicas encuentran un entorno propicio para crecer.
Sin embargo, el crecimiento también trae consigo desafíos. La ciudad enfrenta problemas de movilidad y el encarecimiento de los productos básicos, que afectan a la población local. A medida que Málaga se expande, es crucial que sus infraestructuras y servicios básicos evolucionen al mismo ritmo. Esto implica la necesidad de establecer políticas a largo plazo que aborden las necesidades de transporte, energía y agua, garantizando que el crecimiento no comprometa la calidad de vida de sus habitantes.
### El Foro Económico y Social del Mediterráneo
En este contexto, el Foro Económico y Social del Mediterráneo, que se llevará a cabo en Málaga del 17 al 19 de junio, se presenta como una plataforma vital para discutir estos desafíos y oportunidades. Este evento busca resaltar la interconexión entre ciudades y territorios, así como entre áreas de inversión y negocios. La idea de «coopetencia», que combina la cooperación y la competencia, será fundamental en las discusiones. Cada ciudad tiene el derecho de defender su identidad y recursos, pero también es esencial colaborar y compartir experiencias para enfrentar los retos comunes.
La reciente tragedia de la dana en Valencia, que ocurrió el 29 de octubre del año pasado, es un recordatorio de la urgencia de establecer soluciones integradas en infraestructuras y urbanismo. Este evento climático extremo no solo afectó a Valencia, sino que sirve como un aviso para todas las ciudades del litoral mediterráneo, donde vive el 40% de la población española y se concentra una parte significativa de la economía del país. La gestión del turismo, que es el primer sector económico del Mediterráneo, debe considerar la capacidad de la oferta energética, hídrica y de movilidad, situándose estas cuestiones en el centro de la planificación urbana.
La necesidad de un nuevo impulso en el Mediterráneo es evidente, especialmente en un contexto europeo marcado por tensiones geopolíticas y desafíos económicos. La voz de pensadores como María Zambrano, quien desde su exilio en los años 40 reflexionó sobre la agonía de Europa, puede servir de inspiración. Zambrano afirmaba que «Europa no ha muerto, Europa no puede morir del todo: agoniza». Esta perspectiva invita a mirar hacia el futuro con esperanza, reconociendo que, a pesar de los desafíos, siempre hay espacio para la renovación y el crecimiento.
Málaga, con su rica historia y su vibrante presente, se erige como un ejemplo de cómo las ciudades pueden adaptarse y prosperar en tiempos de cambio. La combinación de su patrimonio cultural, su crecimiento económico y su capacidad para atraer inversiones la convierten en un modelo a seguir para otras ciudades del Mediterráneo. A medida que se aproxima el Foro Económico y Social, la ciudad se prepara para ser el epicentro de un debate crucial sobre el futuro de la región, donde la colaboración y la innovación serán clave para enfrentar los desafíos que se avecinan.