En un reciente encuentro en el Aula de Cultura de Avilés, la restauradora Sara González Curto, presidenta de la Asociación de Conservadores y Restauradores del Principado de Asturias, expuso la preocupante situación del cementerio de La Carriona. Este camposanto, inaugurado en 1890, no solo es un lugar de descanso para figuras históricas, sino que también es un patrimonio cultural que enfrenta serios desafíos debido a la contaminación y la falta de mantenimiento.
González Curto comenzó su presentación recordando la rica historia de Avilés a finales del siglo XIX y principios del XX, un periodo marcado por el desarrollo industrial y cultural. La restauradora destacó que La Carriona es parte de la Ruta de los Cementerios Europeos y ha sido reconocida en varias ocasiones por su valor simbólico y artístico. Sin embargo, a pesar de su relevancia, muchas tumbas se encuentran en un estado de deterioro que requiere atención urgente.
Uno de los principales problemas que enfrenta el cementerio es el estado de las lápidas, muchas de las cuales son de propiedad privada. Esto significa que son los descendientes de los fallecidos quienes tienen la responsabilidad de su mantenimiento. Sin embargo, González Curto enfatizó que el Ayuntamiento tiene un papel crucial en la protección de estos bienes, ya que puede instar a los propietarios a cumplir con su deber de conservación.
La restauradora mencionó ejemplos de buenas prácticas, como la reciente intervención en la tumba de los Marqueses de San Juan de Nieva, que ha sido restaurada por profesionales y se encuentra en excelentes condiciones. Este tipo de intervenciones son esenciales, ya que, como advirtió, un trabajo mal realizado por personas sin la formación adecuada puede agravar el deterioro de las lápidas.
Los factores que contribuyen al deterioro de las tumbas son variados. Entre ellos, la contaminación ambiental es uno de los más preocupantes. González Curto señaló que la contaminación en Avilés está afectando gravemente a las estructuras del cementerio, junto con otros factores como la humedad y la exposición directa al sol, que impactan negativamente en el estado de las figuras y lápidas. La falta de vegetación en las cercanías del cementerio también agrava la situación, ya que no hay árboles que proporcionen sombra y protección.
La intervención en el cementerio de La Carriona no solo es una cuestión de estética, sino que también tiene implicaciones culturales y sociales. La preservación de este espacio es fundamental para mantener viva la memoria de aquellos que han contribuido a la historia de Avilés. La restauradora hizo un llamado a la comunidad y a las autoridades locales para que se involucren en la conservación de este patrimonio, resaltando que la historia de una ciudad se refleja en sus cementerios.
González Curto concluyó su intervención instando a una mayor implicación municipal en la protección y restauración de las tumbas, así como a la sensibilización de los propietarios sobre la importancia de cuidar de los lugares donde descansan sus seres queridos. La conservación del cementerio de La Carriona es, en última instancia, una responsabilidad compartida que requiere la colaboración de todos los actores involucrados, desde los descendientes de los fallecidos hasta las autoridades locales y la comunidad en general.