La reciente liberación de Joaquín Ferrándiz, un asesino en serie condenado por el asesinato de cinco mujeres, ha desatado una ola de preocupación en la sociedad. Su historia, marcada por la violencia y el sufrimiento de las familias de sus víctimas, plantea interrogantes sobre la reinserción de criminales peligrosos y la efectividad de los sistemas de vigilancia. En este artículo, exploraremos el contexto de su liberación, las reacciones de los familiares de las víctimas y la respuesta de las autoridades ante esta situación alarmante.
### Un pasado oscuro y un presente inquietante
Joaquín Ferrándiz fue condenado a 69 años de prisión por el asesinato de cinco mujeres entre 1996 y 1997. Sus crímenes, que incluían el secuestro, violación y asesinato, dejaron una profunda huella en la comunidad de Castellón, donde sus víctimas eran jóvenes que, en su mayoría, salían de discotecas. Ferrándiz utilizaba un modus operandi que consistía en simular accidentes de tráfico para atraer a sus víctimas, ganándose su confianza antes de llevarlas a lugares apartados donde cometía sus crímenes.
Después de cumplir 25 años de su condena, Ferrándiz fue liberado y comenzó a residir en Gipuzkoa, lo que generó una gran preocupación entre los familiares de sus víctimas. Jaime, el hermano de Amelia Sandra García, una de las últimas víctimas de Ferrándiz, expresó su indignación y temor al saber que el asesino de su hermana estaba nuevamente en libertad. «No va a parar de matar y de hacer daño a mujeres. Volverá a atacar», afirmó Jaime, quien ha vivido con el trauma de la pérdida de su hermana y el impacto que tuvo en su familia.
La familia de Amelia no solo ha tenido que lidiar con la pérdida de su ser querido, sino que también ha enfrentado las secuelas emocionales que dejó el crimen. La madre de Amelia falleció tras varios intentos de suicidio, mientras que el padre murió de cirrosis. Jaime, que en ese momento era un adolescente, se refugió en las drogas y ha tenido que luchar contra sus propios demonios desde entonces. La liberación de Ferrándiz ha reabierto viejas heridas y ha generado un clima de miedo en la comunidad.
### La vigilancia y el control de los delincuentes peligrosos
Ante la preocupación de la sociedad, la Ertzaintza, la policía autonómica del País Vasco, ha intensificado la vigilancia sobre Ferrándiz. A pesar de que ha sido liberado, pesa sobre él una orden de alejamiento respecto a una mujer que lo denunció por acoso. Esta situación ha llevado a expertos en criminología a plantear la necesidad de implementar medidas más estrictas para la supervisión de criminales peligrosos que han sido liberados.
Vicente Garrido Genovés, catedrático de criminología, ha señalado que Ferrándiz presenta un perfil de riesgo elevado y ha comparado su caso con el de otros asesinos en serie notorios, como Ted Bundy. La falta de un tratamiento de reeducación durante su tiempo en prisión ha suscitado críticas sobre la efectividad del sistema penitenciario en la rehabilitación de delincuentes sexuales. La propuesta de aplicar la «libertad vigilada» se ha vuelto un tema de debate, ya que esta figura legal permite un seguimiento más cercano de aquellos que han cometido delitos graves.
El director de grado de Criminología de la Universidad de Valencia, Patrick Salvador, ha abogado por la necesidad de un control más riguroso sobre este tipo de delincuentes, argumentando que la sociedad tiene el derecho de sentirse segura. La vigilancia no solo debería centrarse en el cumplimiento de las órdenes de alejamiento, sino también en la evaluación continua del comportamiento de los liberados, especialmente aquellos con antecedentes de violencia.
La situación de Ferrándiz ha puesto de manifiesto las deficiencias en el sistema judicial y penitenciario, así como la necesidad de un enfoque más proactivo en la prevención de futuros delitos. La comunidad se encuentra en un estado de alerta, y muchos se preguntan si las medidas actuales son suficientes para garantizar la seguridad pública.
La historia de Joaquín Ferrándiz es un recordatorio escalofriante de los desafíos que enfrenta la sociedad al lidiar con criminales peligrosos. La lucha por la justicia y la seguridad continúa, y es fundamental que se tomen medidas efectivas para proteger a las comunidades y evitar que tragedias como las que vivieron las familias de sus víctimas se repitan.
