El Festival de San Sebastián ha sido testigo de historias conmovedoras que destacan la lucha y la perseverancia en el mundo de la gastronomía. Una de las narrativas más impactantes es la de Jerald Head, un joven que ha pasado de trabajar en un sótano de Chinatown a recibir el prestigioso premio Culinary Zinema. Su historia, retratada en el documental ‘Mắm’, dirigido por Nan Feix, no solo celebra su talento culinario, sino que también pone de relieve el esfuerzo colectivo que lo ha llevado a cumplir su sueño.
Jerald, un apasionado de la cocina vietnamita, ha dedicado su vida a experimentar con sabores y técnicas, a menudo trabajando en dos empleos para sostenerse. La película presenta su vida en un formato que mezcla la realidad con la ficción, mostrando no solo su viaje personal, sino también el apoyo de su comunidad. A través de personajes como Nhung, una cocinera decidida, y Chen, el dueño del restaurante, se ilustra cómo el trabajo en equipo puede ser fundamental para alcanzar metas que parecen inalcanzables.
El director de ‘Mắm’ ha optado por un enfoque narrativo que se aleja de los típicos documentales gastronómicos, que suelen centrarse en entrevistas y paisajes inspiradores. En cambio, se enfoca en la vida cotidiana de Jerald y su entorno, creando un relato más visceral y auténtico. La actriz Anna Castillo, presidenta del jurado, destacó la conexión emocional que se establece con los personajes, resaltando su tenacidad y la proyección de sus sueños.
El Festival de San Sebastián, que es el único de categoría A con una sección dedicada al cine gastronómico, ha presentado este año cinco películas que exploran la cocina desde diversas perspectivas. Junto a ‘Mắm’, se han proyectado otros documentales que abordan la vida de chefs y cocineros, como el japonés Tetsuro Maeda, quien también ha tenido que luchar para encontrar su lugar en el mundo culinario. Su documental, ‘Tetsu, Txispa, Hoshi’, narra su trayectoria desde sus inicios hasta convertirse en un referente en la cocina vasca, destacando la importancia de las conexiones humanas en su camino.
Otro de los filmes presentados, ‘Jota Urondo’, dirigido por Mariana Erijimovich y Juan Villegas, se adentra en la vida de un bar en Buenos Aires, mostrando cómo estos espacios se convierten en refugios culturales y familiares. La película resalta el papel de los bares y restaurantes como lugares de encuentro y resistencia, donde la comida se convierte en un acto de comunidad y pertenencia.
La variedad de enfoques en la sección de cine gastronómico del festival también incluye la ficción, como es el caso de ‘Morte Cucina’, un thriller culinario tailandés que explora temas de venganza y redención a través de la cocina. Este contraste entre la ficción y la realidad en el cine gastronómico refleja la diversidad de experiencias y narrativas que se pueden encontrar en el mundo de la gastronomía.
El festival no solo se limita a las proyecciones de películas, sino que también ofrece cenas temáticas que complementan las historias contadas en la pantalla. Sin embargo, la proyección de ‘Mắm’ fue la única que no se acompañó de una cena, lo que subraya la singularidad de la historia que presenta. A pesar de las dificultades logísticas, la esencia de la cocina vietnamita y la lucha de Jerald resuenan en el corazón de los asistentes.
El éxito en la cocina, como se ha demostrado en el festival, no es solo el resultado del talento individual, sino también de la colaboración y el apoyo de una comunidad. Las historias de Jerald, Tetsuro y otros cocineros reflejan cómo la gastronomía puede ser un vehículo para la expresión personal y la conexión social. A medida que el festival continúa celebrando el cine y la cocina, queda claro que estas narrativas son esenciales para entender la complejidad y la belleza del mundo culinario.