La Noche Blanca de Gijón se ha consolidado como un evento cultural imprescindible en el calendario de la ciudad, ofreciendo una experiencia única que combina arte, música y teatro en un ambiente festivo. Este año, la cita se celebró el 26 de septiembre, y como es habitual, atrajo a un gran número de visitantes que se sumergieron en una programación variada y gratuita que abarcó múltiples espacios de la ciudad.
Desde primeras horas de la tarde, la plaza del Parchís se convirtió en el epicentro de la música, donde la banda asturiana Puño Dragón llenó el ambiente con sus melodías. Este evento no solo se limitó a la música, sino que también ofreció una amplia gama de actividades culturales. Museos y galerías abrieron sus puertas en horarios extendidos, permitiendo a los asistentes disfrutar de exposiciones y talleres que abarcaron desde el yoga y la meditación hasta la pintura en vivo.
En la galería Bea Villamarín, el artista Manuel López atrajo a un público entusiasta, mientras que en Aurora Vigil-Escalera, Lisardo Menéndez y Tanadori Yamaguchi presentaron su trabajo junto a Fernando Castro Flórez. La diversidad de actividades fue un sello distintivo de esta edición, con talleres de títeres en Lasalita y visitas guiadas en varias galerías, como ATM y Llamazares Galería, que también ofrecieron un toque musical a sus exposiciones.
Laboral Centro de Arte se destacó con una propuesta audiovisual que exploraba un universo distópico, mientras que el Museo Evaristo Valle inauguró la muestra ‘Circum’, del artista Juan Antón. La Ciudadela se convirtió en un espacio dedicado al teatro japonés, y el Museo del Ferrocarril ofreció a los visitantes la oportunidad de explorar el interior de coches salones, complementado por un concierto de Tania Pereira.
Las artes escénicas también tuvieron su lugar en las Termas de Campo Valdés, donde O Nariz Teatro presentó una obra cautivadora. En la Rula, Pablo Basagoiti llevó a cabo un recorrido por su exposición, sumando más opciones a la rica oferta cultural de la noche.
A medida que avanzaba la noche, la atmósfera se tornó mágica. A las nueve de la noche, un grupo numeroso de curiosos se congregó en los escaparates de Múgica, donde Miguel Mingotes realizaba una intervención artística en vivo, dejando como huella una flor y una estrella que simbolizaban la esencia de la Noche Blanca. En el Museo Casa Natal de Jovellanos, los ‘Secretos de alcoba’ de Miss Beige ofrecieron una experiencia intrigante, mientras que Marion Le Bihan Guiget jugaba con formas en el Museo Nicanor Piñole.
El cierre de la noche estuvo a cargo de Playback Maracas, quienes animaron el ambiente con su música, marcando el inicio de la madrugada. La Noche Blanca de Gijón no solo fue un evento de entretenimiento, sino que también reafirmó el compromiso de la ciudad con el arte y la cultura, demostrando que Gijón tiene siempre ganas de arte, sin importar la hora.
Este evento ha sido un éxito rotundo, y la respuesta del público ha sido abrumadora, lo que sugiere que la Noche Blanca seguirá siendo un pilar fundamental en la oferta cultural de Gijón. La combinación de arte, música y la participación activa de la comunidad ha hecho de esta noche un momento memorable que resuena en el corazón de los gijoneses y visitantes por igual. La ciudad, con su rica historia y vibrante escena cultural, continúa siendo un faro de creatividad y expresión artística, invitando a todos a ser parte de su historia.