La música clásica ha encontrado un nuevo hogar en los rincones más inesperados de Asturias gracias al Festival Adar, un evento que busca revitalizar el arte en la zona rural. Este festival, impulsado por los músicos Guillermo Laporta y Josefina Urraca, ha logrado transformar espacios tradicionales como hórreos y paneras en escenarios únicos para la música de cámara. La iniciativa no solo promueve la cultura, sino que también fomenta la conexión entre la comunidad y su patrimonio arquitectónico.
### La Innovación en Espacios Rurales
El festival Adar ha sido pionero en la búsqueda de lugares alternativos para la música, especialmente en áreas donde los teatros son escasos. Guillermo Laporta, uno de los fundadores, ha señalado que «es difícil encontrar teatros en la zona rural», lo que ha llevado a los organizadores a experimentar con diferentes formatos. Desde paisajes sonoros en jardines hasta recitales en invernaderos, cada año se exploran nuevas formas de acercar la música al público.
Uno de los enfoques más exitosos ha sido el uso de hórreos y paneras como auditorios. En el último festival, se realizaron conciertos en estos espacios, permitiendo que grupos reducidos de espectadores disfrutaran de obras como «Afilador», interpretada por la chelista Andrea Casarrubios. Este formato no solo ofrece una experiencia íntima, sino que también permite a los asistentes explorar el entorno, degustar la gastronomía local y disfrutar de la música en un ambiente único.
La combinación de música clásica y sidra asturiana ha demostrado ser un éxito rotundo, creando un ambiente festivo que atrae tanto a locales como a visitantes. La idea de multiplicar los pases para compensar la limitación de aforo ha sido clave para el éxito de esta propuesta, permitiendo que más personas se involucren y disfruten de la experiencia.
### Un Concurso para Potenciar el Patrimonio
Con el objetivo de seguir expandiendo su alcance, el festival ha lanzado un concurso que busca premiar a tres hórreos y paneras para incorporarlos al circuito de conciertos. Esta iniciativa no solo busca reconocer el valor del patrimonio asturiano, sino que también invita a los propietarios a participar activamente en la promoción de la cultura en sus comunidades.
Los interesados en participar deben enviar un correo electrónico o un mensaje de WhatsApp con fotografías del espacio, su ubicación y una breve descripción. Las bases del concurso han sido simplificadas para facilitar la participación, teniendo en cuenta las dificultades que enfrentan muchas comunidades rurales. El festival se encargará de inspeccionar los espacios finalistas y seleccionará aquellos que mejor se adapten a las necesidades artísticas y de conservación.
El ganador del concurso recibirá un premio de 500 euros, pero lo más importante es que los tres espacios seleccionados se integrarán en el festival, permitiendo que se realicen conciertos de cámara y otras instalaciones artísticas. Esta estrategia no solo promueve la música, sino que también ayuda a revitalizar y dar visibilidad a la arquitectura tradicional de la región.
Guillermo Laporta ha expresado que esta iniciativa es una forma de conectar con propietarios que desean hacer algo significativo y de reconocer el valor del patrimonio asturiano. El festival Adar, que se llevará a cabo del 4 al 17 de agosto en su quinta edición, busca extender su influencia a más localidades y ofrecer una variedad de actividades que incluyan intervenciones de artistas visuales y otras formas de expresión artística.
La programación de este año aún está en desarrollo, pero Laporta confía en que se sumen nuevas ubicaciones inesperadas, creando un diálogo entre el espacio y el arte. La idea es que las experiencias no se limiten a un simple concierto, sino que se conviertan en un intercambio enriquecedor entre el público y el entorno.
El festival Adar representa una oportunidad única para redescubrir la música clásica en un contexto rural, promoviendo la cultura y el patrimonio de Asturias de una manera innovadora y accesible. A medida que se acerca la fecha del evento, la expectativa crece, y con ella, la posibilidad de que más personas se enamoren de la música y de los espacios que la albergan.