El crimen del canónigo Alfonso López Benito ha tomado un giro significativo con la reciente calificación fiscal, lo que indica que el caso está cerca de concluir su fase de instrucción y ser enviado a juicio. Este caso ha capturado la atención pública no solo por la naturaleza del crimen, sino también por las circunstancias que rodean a los implicados. La fiscalía, liderada por Antonio Gastaldi, ha presentado un escrito que destaca varios aspectos cruciales del caso, comenzando por la figura del único acusado, Miguel Tomás V. N.
### La Acusación y los Delitos Imputados
A pesar de que el fiscal no considera a Miguel Tomás como el ejecutor del asesinato, ha solicitado una pena total de 28 años de prisión. Esta pena incluye 20 años por el asesinato, 5 años por robo con violencia y 3 años por estafa. La fiscalía argumenta que el crimen fue premeditado y que la víctima, un hombre de 80 años, no tuvo oportunidad de defenderse. La acusación sostiene que Miguel Tomás había establecido una relación de confianza con el canónigo, lo que le permitió acceder a su hogar con facilidad.
El fiscal describe cómo, en la noche del crimen, Miguel Tomás llevó a un cómplice no identificado al piso del canónigo, donde se produjo el asesinato. Según la acusación, el cómplice aprovechó la vulnerabilidad de Alfonso, quien estaba solo y confiaba en Miguel, para asfixiarlo y estrangularlo. Este acto violento fue seguido por el robo de pertenencias, incluyendo tarjetas de crédito y dinero en efectivo.
La fiscalía ha presentado pruebas que indican que Miguel Tomás utilizó las tarjetas de la víctima para realizar compras y retirar efectivo, lo que refuerza la acusación de estafa. Sin embargo, la defensa argumenta que no hay pruebas directas que vinculen a Miguel Tomás con el crimen, ya que no se encontraron huellas ni ADN en el lugar de los hechos. Esto plantea interrogantes sobre la solidez de la acusación y la posibilidad de que Miguel sea condenado por un crimen que no cometió directamente.
### La Defensa y la Estrategia Legal
El abogado de Miguel Tomás, Jorge Carbó, tiene la tarea de presentar su escrito de calificación, donde se espera que admita la estafa pero se desvincule de los cargos de robo y asesinato. Desde el inicio del proceso, Miguel ha negado su implicación en el asesinato, atribuyendo la responsabilidad a un hombre colombiano llamado Manuel, quien supuestamente estaba presente durante el crimen. Esta defensa se basa en la falta de pruebas que demuestren que Miguel estuvo en el piso del canónigo en el momento del asesinato.
La estrategia de la defensa se centra en cuestionar la evidencia presentada por la fiscalía. La ausencia de huellas y ADN de Miguel en el lugar del crimen es un punto clave que su abogado utilizará para argumentar su inocencia. Además, se espera que la defensa presente testimonios que respalden la versión de Miguel, sugiriendo que su relación con el canónigo era puramente amistosa y no implicaba intenciones criminales.
El caso ha generado un gran interés en la comunidad, no solo por la naturaleza del crimen, sino también por las implicaciones sociales y morales que conlleva. La figura del canónigo, un miembro de la iglesia, y las circunstancias que rodean su muerte han suscitado debates sobre la vulnerabilidad de las personas mayores y la explotación que pueden sufrir en situaciones de confianza.
A medida que el caso avanza hacia el juicio, la atención se centrará en cómo se desarrollarán los argumentos de la defensa y la fiscalía, y qué evidencias se presentarán para respaldar cada lado. La sociedad espera respuestas y justicia en un caso que ha conmocionado a València y ha puesto de relieve cuestiones más amplias sobre la seguridad y la confianza en las relaciones humanas.