La violencia machista sigue siendo un problema crítico en la sociedad actual, y las medidas de protección implementadas para las víctimas son objeto de un intenso debate. Uno de los sistemas más controversiales es el de las pulseras telemáticas, diseñadas para monitorear a los agresores y proteger a las víctimas. Sin embargo, la experiencia de muchas mujeres que han utilizado estos dispositivos revela serias fallas en su funcionamiento y en la respuesta de las autoridades ante situaciones de riesgo.
### La Experiencia de las Víctimas: Un Testimonio Impactante
M. Q. es una de las muchas mujeres que ha vivido en carne propia las deficiencias del sistema de protección. Tras años de abuso por parte de su exmarido, M. Q. decidió denunciarlo y, como resultado, se le otorgó una pulsera telemática para garantizar su seguridad. Sin embargo, su experiencia fue todo menos tranquilizadora. A pesar de que el dispositivo estaba diseñado para alertar a las autoridades sobre la proximidad del agresor, M. Q. se encontró con un sistema que no cumplía con su propósito.
«El agresor entraba y salía de la zona prohibida, y aunque el sistema me llamaba para informarme, la policía nunca acudía», relata M. Q. Esta situación se repitió en numerosas ocasiones, lo que la llevó a cuestionar la efectividad del sistema. En un año, recibió más de 600 alertas, pero la falta de acción por parte de las autoridades la dejó sintiéndose vulnerable y desprotegida.
La pulsera, que debería haber sido una herramienta de seguridad, se convirtió en un recordatorio constante del acoso. M. Q. menciona que el dispositivo era incómodo y poco práctico, lo que complicaba aún más su situación. «No piensan en nosotras, en las mujeres que tenemos que llevarlo siempre encima», afirma, enfatizando la falta de consideración hacia las necesidades de las víctimas.
### Fallos en el Sistema: Un Riesgo Real para las Víctimas
Con el cambio de proveedor del sistema de pulseras telemáticas, las cosas no mejoraron. En 2023, M. Q. recibió un nuevo dispositivo que, según ella, era aún más problemático que el anterior. «El nuevo aparato se rompe fácilmente y no avisa cuando la batería está baja», explica. Además, las alertas de proximidad dejaron de funcionar correctamente, lo que generó una sensación de inseguridad aún mayor.
La situación se volvió crítica cuando M. Q. se enteró de que su exmarido había estado buscando un sicario para acabar con su vida. A pesar de tener un historial de violencia y una condena previa, el sistema de pulseras no pudo garantizar su seguridad. «Nuestra vida peligra, la mía y la de todas las mujeres. El agresor se podría haber acercado y no pasó nada porque Dios no quiso», reflexiona M. Q., quien ahora vive con un constante miedo por su seguridad.
La falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades y la ineficacia del sistema de pulseras telemáticas han llevado a muchas víctimas a sentirse atrapadas en un ciclo de violencia. M. Q. ha iniciado una campaña en Change.org para exigir mejoras en el sistema de protección, señalando que es fundamental que las voces de las víctimas sean escuchadas y que se implementen cambios significativos para garantizar su seguridad.
### La Necesidad de Reformas Urgentes
El testimonio de M. Q. es solo uno de muchos que ilustran la necesidad urgente de reformar el sistema de protección a víctimas de violencia machista. Las pulseras telemáticas, aunque bien intencionadas, han demostrado ser insuficientes para proteger a las mujeres en situaciones de riesgo. La falta de coordinación entre las autoridades y el sistema de monitoreo ha dejado a muchas víctimas sin la protección que necesitan.
Es crucial que se realicen cambios en la forma en que se gestionan estos dispositivos. Las autoridades deben garantizar que las alertas sean tomadas en serio y que se actúe de manera rápida y efectiva ante cualquier señal de peligro. Además, es necesario que se considere la comodidad y la practicidad de los dispositivos entregados a las víctimas, para que puedan llevarlos sin sentirse estigmatizadas o incómodas.
La violencia machista es un problema que afecta a toda la sociedad, y es responsabilidad de todos trabajar juntos para erradicarla. Las voces de las víctimas deben ser escuchadas, y sus experiencias deben ser tomadas en cuenta al diseñar políticas y sistemas de protección. Solo así se podrá garantizar un futuro más seguro para todas las mujeres que enfrentan la amenaza de la violencia machista.