El Festival Rossini de Pésaro, que comenzó en 1980 con el objetivo de revivir el repertorio del célebre compositor italiano, ha alcanzado su 46 edición con un enfoque renovado y provocador. Este año, el director de escena Calixto Bieito ha sido el encargado de abrir el festival con su interpretación de ‘Zelmira’, una obra que ha generado un intenso debate entre críticos y espectadores.
La producción se desarrolla en un escenario de 30 metros de largo y 12 de ancho, con un foso central que alberga a la orquesta. Este diseño ha sido elogiado por su capacidad para crear un efecto envolvente, aunque también ha suscitado críticas por la acústica y la disposición de los cantantes. En particular, algunos críticos han señalado que la separación excesiva entre los intérpretes durante los números de conjunto ha afectado la experiencia del público.
Bieito, conocido por sus propuestas arriesgadas y su estilo provocador, ha enfrentado una dura reacción por parte de la crítica italiana. A pesar de que su intención era atraer a nuevos públicos y actualizar la puesta en escena, muchos han calificado su trabajo de «vacuo» y «cansado». Las críticas han apuntado a una falta de coherencia en la narrativa, que se aleja de la ligereza típica de las óperas bufas de Rossini.
La trama de ‘Zelmira’ se sitúa en la antigua isla de Lesbos y explora temas como la lealtad, el amor y la traición. Bieito ha defendido su enfoque emocional, argumentando que su interpretación no sigue una narrativa lineal, sino que busca profundizar en las emociones de los personajes. Sin embargo, su visión ha sido recibida con escepticismo, y algunos espectadores han expresado su desconcierto ante elementos como las relaciones homoeróticas y la representación de un padre amamantando a su hija, que remite a la mitología de la Caritas Romana.
El director ha comentado que, a pesar de las críticas, se sintió respaldado por una parte del público y que el festival ha cumplido su objetivo de generar debate. Este no es el primer enfrentamiento de Bieito con la crítica; en 2021, su producción de ‘Maometto II’ en Nápoles también fue objeto de controversia, siendo acusado de ofrecer una experiencia caótica y pretenciosa.
A pesar de las reacciones mixtas hacia la dirección escénica, la ejecución musical ha sido ampliamente elogiada. La Orquesta del Teatro Comunale di Bologna, bajo la dirección de Giacomo Sagripanti, ha logrado cautivar al público con su interpretación de la compleja partitura de Rossini. La obra, que marcó un hito en la carrera del compositor, es conocida por sus arias virtuosas y su flujo musical continuo, lo que la convierte en un deleite para los amantes de la ópera.
El festival ha logrado atraer a un público considerable, con ingresos de taquilla que rondan los 800.000 euros y una asistencia que supera las 14.000 personas. La dirección artística de Juan Diego Flórez y la gestión de Ernesto Palacio han contribuido a consolidar el evento como una cita ineludible en el calendario operístico internacional.
A pesar de la controversia que rodea a la producción de ‘Zelmira’, el Festival Rossini continúa siendo un espacio de exploración y redescubrimiento del legado de Rossini. La combinación de una programación variada, que incluye no solo óperas, sino también conciertos y obras religiosas, ha asegurado su lugar en el panorama cultural.
En resumen, la interpretación de ‘Zelmira’ por Calixto Bieito ha desatado un torrente de opiniones, reflejando la tensión entre la tradición y la innovación en el mundo de la ópera. Mientras algunos celebran su audacia, otros lamentan la pérdida de la esencia que hizo de Rossini un ícono de la música clásica. El festival, sin embargo, sigue adelante, reafirmando su compromiso con la exploración del repertorio y la creación de nuevas experiencias para el público.