En el corazón de Madrid, donde la historia del arte se entrelaza con la vida cotidiana, Alfonso Palacio, director adjunto del Museo del Prado, inicia su jornada. Cada mañana, el gijonés se despierta en una de las calles que una vez recorrió Francisco de Goya, y tras una caminata de veinte minutos, llega a su despacho en el Casón del Buen Retiro. Este espacio, aunque modesto, está repleto de libros y documentos que reflejan la intensa labor que se lleva a cabo en uno de los museos más importantes del mundo.
La filosofía de trabajo en el Prado es clara: el esfuerzo en equipo es fundamental. Alfonso, quien ha dedicado gran parte de su carrera a la investigación de la Historia del Arte, considera un privilegio contribuir a la divulgación de un patrimonio cultural tan vasto. «El trabajo en equipo aquí es clave, el Prado no es para solistas», afirma, mientras se prepara para una serie de reuniones que marcarán el ritmo de su día.
Palacio, quien fue director del Museo de Bellas Artes de Asturias durante doce años, ahora se encuentra en una posición que le permite influir en la dirección del Prado. Su papel incluye la supervisión de áreas cruciales como la conservación, la investigación y la educación. En su despacho, un único cuadro de Giovanni Battista Caracciolo, ‘San Cosme y San Damián’, adorna la pared, un recordatorio de la historia que se respira en el museo.
El director adjunto comparte que lo que más extraña de Asturias es la naturaleza, y cada dos semanas regresa a su tierra natal para recargar energías. Sin embargo, su compromiso con el Prado es inquebrantable. «Este es el trabajo que quiero hacer en este momento», dice con determinación. En su agenda, las reuniones son esenciales para mantener la eficiencia y la excelencia que caracterizan al museo.
El Museo del Prado se enfrenta a importantes hitos en los próximos años, como la inauguración del Salón de Reinos en 2028 y la conmemoración del bicentenario de la muerte de Goya. Estos eventos no solo representan un desafío logístico, sino también una oportunidad para seguir investigando y aportando conocimiento nuevo al mundo del arte. Palacio enfatiza que cada acción en el museo debe contribuir a la comprensión y apreciación del arte, evitando la repetición de narrativas ya conocidas.
En su recorrido diario, Alfonso se asegura de visitar a los responsables de las diferentes áreas del museo, fomentando un ambiente de colaboración. Con un equipo de alrededor de 800 personas, de las cuales aproximadamente 500 son vigilantes de sala, su liderazgo es crucial para mantener la calidad del trabajo. La restauración, en particular, es un área donde el Prado se destaca a nivel mundial. En una visita al área de restauración, se observa un equipo dedicado que trabaja con precisión y pasión para preservar las obras de arte.
Lucía Martínez Valverde, una restauradora del museo, ha dedicado meses a recuperar ‘El cacharrero’, un cartón para tapiz de Goya. Su trabajo meticuloso refleja el compromiso del museo con la conservación del patrimonio artístico. En el mismo espacio, otros restauradores trabajan en obras de diferentes épocas y estilos, utilizando técnicas avanzadas y una profunda comprensión de los materiales.
El área de restauración del Prado no solo se ocupa de las obras del museo, sino que también ofrece formación a becarios y estudiantes de todo el mundo. Esta labor formativa es fundamental, ya que asegura que el conocimiento y las habilidades se transmitan a las futuras generaciones de conservadores y restauradores. Alfonso ve el museo como un «campus universitario», un lugar donde se fomenta la investigación y el aprendizaje continuo.
A medida que avanza el día, Palacio se sumerge en su trabajo, tomando notas y dando indicaciones a su equipo. Su dedicación es evidente, y aunque su tiempo es limitado, se prepara para comisariar una exposición en 2026, un proyecto que promete ser emocionante y revelador. Mientras camina por las galerías del Prado, observa cada rincón, cada obra, como si fueran parte de su propia historia.
El Museo del Prado, bajo la dirección de Alfonso Palacio, se encuentra en un momento crucial de su historia. Con una visión clara y un equipo comprometido, el museo está preparado para enfrentar los desafíos del futuro, asegurando que su legado artístico continúe inspirando a generaciones venideras.