El director Óliver Laxe, reconocido por su película ‘Sirat’, que ganó el Premio del Jurado en Cannes, visitó recientemente los cines Foncalada en Oviedo. Durante su estancia, participó en un coloquio y visitó la Cátedra de Cine en Avilés, donde compartió sus reflexiones sobre el cine y su conexión con la tierra que lo inspira.
Laxe, nacido en París en 1982 y criado en Galicia, ha logrado captar la atención del público y la crítica con su enfoque único en la narrativa cinematográfica. Su película ‘Sirat’, estrenada hace poco más de dos semanas, ha tenido una recepción notable, superando en taquilla a otros títulos esperados de la temporada. En su visita a Asturias, el cineasta expresó su satisfacción por el apoyo del público, afirmando que, más allá de los premios, lo que realmente importa es la conexión emocional que se establece con los espectadores.
Una de las características distintivas de las obras de Laxe es su elección de escenarios y actores. En sus películas, a menudo se encuentran ‘espacios límite’, como el desierto, que no solo sirven como telón de fondo, sino que también reflejan una búsqueda interna. El director explicó que el desierto es un lugar que exige introspección, donde uno no puede esconderse de sí mismo. Esta idea de confrontar la realidad interna se convierte en un tema recurrente en su trabajo.
Laxe también ha optado por trabajar con actores sin experiencia, lo que añade un nivel de autenticidad a sus narrativas. Según él, la fragilidad y vulnerabilidad de los actores resuena con el público, permitiendo una conexión más profunda. En su opinión, el cine no debe dividirse en categorías de buenos y malos; en cambio, busca reflejar la complejidad del mundo y las múltiples perspectivas que lo habitan.
La música techno juega un papel fundamental en ‘Sirat’, casi como un personaje más. Laxe explicó que la música ayuda a los espectadores a sentir la realidad de la aventura que se desarrolla en la pantalla. La combinación de imágenes impactantes y sonidos envolventes crea una experiencia sensorial que va más allá de la mera comprensión intelectual.
El director también reflexionó sobre el simbolismo y la tradición oral presentes en su tierra natal, Galicia, y cómo estos elementos influyen en su trabajo. Para Laxe, tanto Asturias como Galicia comparten una conexión geológica y cultural que moldea la sensibilidad de sus habitantes. Esta herencia cultural, rica en simbolismo y rituales, se traduce en su cine, donde lo esotérico y lo oculto juegan un papel importante.
En cuanto a sus futuros proyectos, Laxe manifestó su deseo de seguir explorando los mismos temas que han caracterizado su carrera. Su objetivo es recordar al espectador que, a pesar de las dificultades de la vida, existe un mundo encantado y mágico que nos rodea. Esta dualidad entre lo duro y lo protector de la vida es una de las ideas centrales que busca transmitir a través de su obra.
La visita de Laxe a Asturias no solo fue una oportunidad para presentar su película, sino también un momento para conectar con su audiencia y compartir su visión del cine como un medio para explorar la complejidad de la experiencia humana. Su enfoque en la autenticidad, la vulnerabilidad y la conexión emocional resuena en un momento en que el cine busca formas de atraer a un público que anhela historias significativas y profundas.