En el corazón del campus de Humanidades de la Universidad de Oviedo, un grupo de cinco amigas ha decidido tomar la iniciativa para revitalizar la vida estudiantil. Conocidas como «Amigas de lo Ajeno», Ariane Álvarez, Paloma Picos, Sara Jiménez, Lara Prendes y Lucía Corte han logrado conectar a cerca de 200 estudiantes a través de diversas actividades y grupos de Whatsapp, desafiando la percepción de un campus que parecía estancado y sin vida. La historia de cómo surgió este colectivo es tan inspiradora como su misión.
La chispa que encendió esta revolución estudiantil se produjo cuando Lucía Corte, tras pasar unos días en el campus de Filosofía de la Complutense en Madrid, regresó a Oviedo con una visión renovada. Ella compartió su experiencia con sus amigas, quienes ya vivían juntas, y juntas comenzaron a trazar planes para hacer del campus un lugar más dinámico y acogedor. La realidad que encontraron al llegar a la universidad fue muy diferente a la que habían imaginado. En lugar de un ambiente vibrante lleno de interacciones y actividades, se toparon con un entorno donde los estudiantes parecían desinteresados y aislados. «Caminas por la facultad, vas a clase y ya. No ves ningún afán. No ves, directamente. Hablo, claro, de lo extraacadémico», comenta Ariane, reflejando la frustración que muchas veces sienten los nuevos estudiantes.
La falta de interacción social y actividades extracurriculares llevó a estas cinco amigas a actuar. Así nació la idea de organizar actividades que fomentaran la socialización y el sentido de comunidad. Desde cafés filosóficos hasta visitas informales a lugares emblemáticos de Oviedo, su objetivo era claro: hacer que los estudiantes se sintieran parte de algo más grande. La creatividad fue clave en este proceso, y actividades como el «bingo musical» se convirtieron en herramientas para romper el hielo y facilitar la interacción entre los estudiantes.
La historia detrás del nombre «Amigas de lo Ajeno» también es fascinante. Lucía, quien había trabajado como monitora de campamentos, utilizó su experiencia para ayudar a los nuevos estudiantes a socializar. Durante un trabajo académico sobre el papel de la mujer en la Guerra Civil Española, una compañera sugirió el título «Amigas de lo ajeno» para reflejar la sororidad entre mujeres que, aunque no eran parte de esa lucha, se unían en un mismo propósito. Este concepto de «otredad» se convirtió en el núcleo de su misión: activar a otros estudiantes y hacer que se involucren en la vida del campus.
La primera gran actividad organizada por el colectivo fue la recuperación de las Semanas Culturales del Milán, un evento que había estado ausente durante años. Celebradas entre el 7 y el 10 de abril, estas jornadas culturales fueron un intento de revivir el espíritu de las celebraciones de los años noventa. A pesar de algunos obstáculos burocráticos, como la negativa a considerar ciertos eventos como actividades culturales, las Amigas de lo Ajeno lograron atraer a una buena cantidad de estudiantes. La respuesta fue desigual, pero el impacto de su esfuerzo fue innegable.
Además de las actividades culturales, el colectivo también ha abordado temas de relevancia social, organizando jornadas feministas con el apoyo de profesores. Estas iniciativas no solo han servido para enriquecer la vida académica, sino que también han fomentado un sentido de pertenencia y comunidad entre los estudiantes. La participación activa de los alumnos de primer año ha sido crucial para el éxito de estas actividades, y muchos de ellos han expresado su deseo de continuar con el legado de las Amigas de lo Ajeno en los próximos años.
A medida que el colectivo sigue creciendo y evolucionando, sus fundadoras se sienten optimistas sobre el futuro del campus. La idea de que los estudiantes de primer año puedan tomar el relevo y continuar con esta labor es una de sus mayores satisfacciones. La conexión que han establecido entre ellos y la comunidad universitaria es un testimonio del poder de la amistad y la colaboración. Como mencionan Ari y Duchamp, «igual ahora está pasando otra vez y es el momento de hacer algo grande». La historia de Amigas de lo Ajeno es un recordatorio de que, a veces, un pequeño grupo de personas puede marcar una gran diferencia en su entorno, transformando la apatía en acción y el aislamiento en comunidad.